En el amor hay que tener los pies ligeros para la huida

De los pies a la cabeza, una fila de hormigas le recorría 
todo el cuerpo por dentro, quería desaparecer pero 
a la vez quería que ese instante fuera eterno.
Los dos estaban muy cerca del uno al otro, 
apenas habían 10 cm de diferencia y ella podía notar 
el calor de su aliento a la altura de sus labios y 
su pelo rubio rozar contra el suyo.
Cada vez estaban más y más cerca
 y sus manos temblaban, sus piernas, sus brazos.
Podía ver en sus ojos lo que no vio en ningún otro.
Él agarro sus manos al ver tanta tensión a la que ella estaba sometida.
Los labios llegaron a la meta, aquellos 30 segundos, 
30 segundos que se hicieron el instante más arriesgado e incondicional 
y la verdad es que daba miedo, miedo, 
era lo que ella pensaba sobre eso.
Volvió a mirarla a los ojos cuando notó que aquella chica,
 inofensiva, inocente, atractiva y emocionada estaba llorando , 
¿llorando de qué?
¿de amor?
Te quiero . 
Las dos palabras que a aquella jovencita le subieron la moral.

1 comentario:

Utopía - Ana Calatayud L. dijo...

Jo, qué bonito!
Ojalá yo algún día viva una experiencia parecida... En serio, al leerlo era como si yo fuese esa chica! Jaja lo has relatado muy bien :)
Un abrazo y pásate cuando quieras :3